Innovación: ¿qué es y qué no es?

La innovación, como cualquier proceso empresarial, puede ser gestionada y controlada, y este es el máximo exponente de la conciencia y el control sobre la innovación. 

 

Ante las dos situaciones descritas anteriormente (la innovación oculta y la gestión del proceso de innovación), existen diferentes situaciones en las que las empresas son conscientes de la innovación pero no tienen control sobre ella, es decir, generalmente innovan de forma puntual o cuando suelen estar impulsadas por las necesidades del cliente o del mercado sin anticiparse a estas necesidades. 

 

La innovación es el proceso por el cual una idea se transforma en un producto o servicio nuevo para el mercado, o por el cual un nuevo proceso de fabricación o nuevos métodos organizativos o de comercialización se integran en la empresa (capacidad de innovación de la empresa).

 

Las empresas captan esta difusión mediante la introducción de innovaciones que son nuevas para ellas. La innovación es la combinación de las necesidades y los requisitos del mercado; es la integración de conocimientos nuevos y existentes y la creación de productos, sistemas o servicios nuevos o mejorados.

 

Una mayor y mejor inversión por parte de los países en ciencia, tecnología e innovación, incluida la propiedad social y la comunicación efectiva de sus resultados, podría mejorar la percepción pública. 

 

Al mismo tiempo, una mayor conciencia pública puede ayudar a promover una cultura de la innovación y a crear un consenso para una inversión sostenible y eficaz en esta esfera. 

 

En América Latina y el Caribe, por ejemplo, donde la innovación está llegando a una etapa en la que se está volviendo más compleja y tiene un mayor impacto en el desarrollo, a fin de mejorar la vida de los habitantes de la región.

 

En Managing in the Next Society, Peter Drucker lanzó la idea de que las empresas ya no compiten con productos sino con modelos de negocio. Estos modelos surgen de la innovación, y cuanto más intensa es la innovación, más competitivos son. 

 

La tercera edición del Manual de Oslo (OCDE, 2005) define la innovación como la introducción de un producto (bien o servicio), proceso, comercialización o método organizativo nuevo o significativamente mejorado en la práctica interna de una empresa, en la organización del lugar de trabajo o en las relaciones externas. 

 

Schumpeter cree que un innovador es el «empresario creativo», en contraposición al empresario de arbitraje que simplemente explota las diferencias de precios existentes para obtener un beneficio.

 

Por el contrario, sólo se puede hablar de innovación en el sentido económico cuando transforma el proceso de producción de algo en una economía política determinada.

 

Para que todos los miembros de la organización sean conscientes de la innovación, el pensamiento innovador debe ser fomentado y recompensado desde arriba. Al mismo tiempo, la gestión debe crear el espacio en el que las ideas puedan crecer y florecer desde abajo.

 

Hacer de la innovación una forma de pensar para toda la fuerza de trabajo no es una tarea fácil, ni tampoco una gran ingeniosidad. 

 

No obstante, por el lado positivo, a menudo no requiere cambios estructurales fundamentales: en principio, no hay reorganización, ni esfuerzos de contratación a gran escala, ni cambios en los procesos de gestión que dificulten la explotación del potencial de innovación de una empresa. 

 

Basta con que un líder empresarial inspirado ponga la innovación en la agenda de todos, dé un buen ejemplo y dé a sus empleados el espacio y el permiso para ser creativos en un entorno seguro. 

 

La creación de prototipos como herramienta de innovación no se limita a los productos, sino que también puede incluir espacios, servicios y procesos.

 

Sin embargo, otras empresas permiten que la creatividad fluya en su cultura corporativa y alientan a todos los empleados a adoptar un enfoque creativo para la planificación y la solución de problemas más allá de los silos y las jerarquías. 

 

En otras palabras, algunas empresas confían en los expertos «creativos» contratados en sus departamentos de innovación para que dirijan las iniciativas innovadoras, mientras que otras han hecho de la innovación una prioridad corporativa en todos los departamentos.